May 14, 2012

No puede ser tan malo.

Sería hacerle compañía a Marikena, charlar de nuestra infancia y reírnos como antes.
Sería finalmente poder preguntarle a Alfonsina como fue perderse en el mar.
Sería sentarme a leer el relato de los colores de la Pizarnik, esos que vio antes del final.
Sería poder echarle en cara a Hunter Thompson lo terrible que fue para el mundo su legado, y poder perderme extasiada en sus argumentos contra el sistema político.
Sería aprender a curar al otro en manos de René.
Sería escuchar las zapadas de algún miembro del Club de los 27.
Sería irse a dormir con cuentos de samurais, susurrados por el mismísimo Mishima.
Sería poder ver el dibujo de su propio corazón en el pecho a Asunción Silva.
Sería cocinar todas las noches con toda la familia de Horacio Quiroga.

No puede ser tan malo.

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