Aunque mi vida dependa de ello, no puedo pedir ayuda sin sentir que me van a abandonar.
Y es tan ilógico como suena. Aquí es donde alguien como yo, que vivió toda su vida para saber como funcionan las cosas, se encuentra con lo impredecible. Con lo que realmente no puede conocerse. Con el único misterio del universo que no puede ser descifrado, pues seria contradictorio con respecto a su objetivo y estructura: el inconsciente.
Un arma del pasado, maldita sombra de los recuerdos que ni siquiera recordamos.
Sometidos a la voluntad de un mecanismo evolutivo de la mente precaria.
Atados al tamiz caprichoso de un órgano que protege con su propia vida, y a pesar de su naturaleza autodestructiva, la salud mental de quien profesa ser su dueño.
El sentimiento mas espantoso que conocí en mi vida: la falta de control.
No poder manejar lo que ciertas situaciones detonan en nuestra cabeza. Ser rehenes de un entorno hostil escudado en una vida interesante y heterogenea. Enfrentarse con el pragmatismo en persona.
El amor se vuelve duda.
La certeza se vuelve panico.
Así es la vida de quienes estamos atados al servicio de la humanidad toda, y vetados del servicio a nosotros mismos.
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