March 6, 2012

Hoy me desperté en un sueño.

En donde todo lo que era caos, se esta ordenando.
En donde todo lo que era calma, ahora es un huracán.
Será que se cumplió aquel presagio que nos prometimos hace años?
Será que salvándote la vida, vos me terminaste salvando a mi?


El despojo del dolor trae una claridad absoluta.
La calma...del ojo de la tormenta.
Al menos, estamos saliendo de ella en lugar de entrar.
Vos querías paz. Es todo lo que siempre quisiste.
Es lo único que respondías a la pregunta ¿Qué es lo que querés para TU vida?
"Quiero paz."
Sospecho que creamos una especie de santuario. Los dos juntos. Los tres.
Era el refugio al que desesperadamente cada día queríamos volver.
Era llegar y fusionarnos en algo diferente... en calma, en sonrisas, en amor, en silencio, en miradas.
"Quiero paz."
Creo que finalmente la encontraste.
Hoy siento eso.
Lo sentí al llegar a nuestro santuario, y encontrar la casa en paz.
Lo sentí en lo que quedo impregnado en las paredes: lo simple y hermosa que era nuestra vida.
Y ante esta sorpresiva ausencia de tristeza, ante este renacimiento, no puedo sentir otra cosa que calma.
Paz.
Nuestra paz. Nuestra magia.
Hoy siento todo mi cuerpo lleno de eso.
Miro a OMA, pienso en domarla y llevarla a las rutas, pero con una picazón de entusiasmo y alegría de poder llevarte a viajar conmigo. Te llevo para que me lleves. Venís para manejar.
Siento que me manejas a mi, que sos vos escribiendo esto... y no puedo evitar sonreír al escribirlo.


Amo nuestra magia. Amo nuestra paz. Y pensé que nunca más iba a poder sentirla...
Y acá estoy, descubriendo lágrimas de alegría en mis ojos, en lugar de dolor.
Estas aca? Lo hiciste vos? Automagicamente?
No se, pero creo que no importa a esta altura... no? No se. Realmente no lo sé.
Lo que sé es que tengo exactamente la vida que soñamos. Faltas vos.


Hoy en los ojos de mi hija, mientras hacía un dibujo de vos escapándote a una estrella, vi una imagen irrefutable de fe.
De esa fe que te regalé aquel verano para tu brazo derecho. De esa clase de fe.
Y de alguna manera entendí todo, o al menos una parte, de todo este universo devastado que me quedó.


Quizás, si yo dejo de tratar de retenerte, vos dejes de tratar de irte sin haberme ayudado a vivir sin vos.
Quizás, si aflojo mis manos, con mis dedos todavía como garras en tu ropa, puedas acariciar mi brazo izquierdo y decirme que va a estar todo bien.


Si esta paz que siento es tu paz...
Si sos vos quien redacta esta carta que se me escurre de los dedos...
Si sos vos quien me ató manos atrás en nuestro sillón, y me susurraste al oído toda esta revolución de esperanza...
...quizás, solo quizás, pueda -con tu paz y los ojos de mi hija- desenredar toda esta madeja de dolor, odio y venganza.


Quizás, vivir la vida que siempre soñamos, es el mejor homenaje.
Nunca voy a dejar de amarte. No puedo, sos parte mía. Una parte que nada ni nadie me puede robar.
Quizás lo que me estas diciendo, es que por nunca dejar de amarte, lo que necesitas es que te deje ir.


Y quizás, algún día yo pueda.
Y ese día, te vas a quedar conmigo para toda la vida.
Y ese día, voy a volver a ser yo.


Pero hoy, me desperté en un sueño. Hoy te siento cerca. Hoy te extraño sin tristeza. Hoy te sonrío cómplice, sin culpas ni vacío en el pecho, y siento que me guiñas el ojo.
Hoy río y lloro a la vez, mientras me doy cuenta que tu mirada me está llevando segura, a una certeza.
A un campo de fuerza que me hace vibrar las yemas de los dedos.
Me estas llevando, y sé lo que significa ese guiño.


Gracias, vida. Gracias por despertarme en este sueño con tus besos.
Sin miedos. Nada que perder. Todo por ganar.
Como la vida que soñamos.
Como la vida que me diste.


Entera o a pedazos amor, pero voy por todo.
Cuidanos.





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